viernes, 17 de julio de 2009

"EL ADIOS DE LOS HIJOS"

LOS PADRES TAMBIEN NOS QUEDAMOS HUERFANOS

Tal vez me pregunten ¿porque puse un payaso triste en la portada?
Tal vez porque llevo dentro de mí a un niño que no quiso crecer y lo acompaña este payaso triste. Tal vez porque conocí la tristeza siendo niño, porque vi a mis padres tristes por mí, porque perdí a mi madre siendo niño, porque siendo niño llore de impotencia frente a la muerte, porque es duro ser un niño que ve pasar la felicidad y no puede tocarla y por tantas cosas que me fueron haciendo hombre.
Con el correr del tiempo, a pesar de todo fuí un hombre que la vida le sonrió, tuve éxitos y fracasos y lo más importante de todo también me dio un hijo.
Hoy en este torbellino de recuerdos ya siendo hombre con virtudes y defectos quiero contarles que: no me banco el dolor de los niños, no me banco el hambre de los niños, no me gusta que lloren de dolor, no entiendo porque los abandonan, no me gusta que los chicos tengan cara de adultos sufrientes, en una palabra si por mi fuera todos los niños del mundo deberían tener derecho absoluto a la felicidad, a no pasar privaciones, a ser tratados dignamente por los hombres, por los pueblos, por los gobiernos, por el universo entero, porque ellos deberían ser el fruto de nuestros mejores esfuerzos.
Por todo esto quiero recrear algunos pensamientos que van dedicados a nuestros padres como hijos y a nuestros hijos como padres, es un sentimiento que seguramente todos los padres del mundo han tenido en algún momento.

EL ADIOS DE LOS HIJOS

Esto está dedicado para quienes son padres o madres y para aquellos que lo serán.
Hay un período en que los padres van quedando huérfanos de sus propios hijos. Es que los niños crecen independientes de nosotros, crecen sin pedir permiso a la vida, crecen con alegría; y a veces, con mucha arrogancia.
Y un día se sientan cerca tuyo y dicen alguna frase con madurez y sentis que ya no podes cambiar mas los pañales de ese niño. ¿Dónde estuvo creciendo este pequeñito que no me di cuenta?
El niño está creciendo en un ritual de obediencia biológica, orgánica; y desobediencia civil.
Allí están muchos padres al volante esperando que ellos salgan entusiastas sobre patines y cabellos largos y sueltos entre hamburguesas y gaseosas; allá están nuestros hijos con el uniforme de su generación: incomodas mochilas de moda en los hombros; allí están con el pelo desordenado.
Esos son los hijos que conseguimos engendrar y amar, a pesar de los golpes, y ellos crecen medio amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros aciertos y errores, principalmente con los errores que esperamos no repitan.
Hay un período en que los padres van quedando huérfanos de sus propios hijos, no los esperamos más en las puertas de la disco o en las fiestas; paso el tiempo del ballet, del ingles, de natación, del judo, de guitarra, del piano. Ahora saldrán del asiento de atrás y pasaran al volante de sus propias vidas.
Debimos haber ido más a la cama de ellos, en la noche, para escuchar su alma respirando conversaciones y confidencias entre sábanas de infancia; y los adolescentes cobertores de aquel dormitorio lleno de adhesivos, póster, agendas coloridas y CDs ensordecedores. No los llevamos lo suficiente al parque, no le dimos suficientes sándwiches, no les compramos todos los helados y ropas que hubiéramos querido comprarles.
No los dejes crecer sin mostrarles todo tu afecto.
Al principio iban con nosotros donde fuéramos para la navidad, año nuevo, las vacaciones, a la pileta, y con nuestros amigos. Sí había grandes peleas dentro del auto por quien iba en tal o cual ventanilla, los pedidos de golosinas y las canciones sin fin. Después llego el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, pues era muy difícil separarse de los amigos y de los primeros amores juveniles.
Los padres quedaron exiliados de los hijos, tienen la soledad y la tranquilidad que siempre soñaron, pero de repente morían de tristeza por extrañar a esas “PESTES”, dicho con cariño.
Llega el momento en que solo nos queda quedarnos lejos de ellos rezando mucho (en ese momento, se reaprende a rezar), para que ellos acierten en su búsqueda de la felicidad, y que la conquisten del modo más completo posible.
Queda esperar; en cualquier momento nos dan nietos. El nieto es ahora de cariño ocioso y dulce; por eso los abuelos son tan desmesurados y se descontrolan tanto con las expresiónes de cariño de sus nietos.
Los nietos son la última oportunidad de re-editar nuestro amor, nuestro afecto; por eso es necesario hacer algunas cosas más, antes de que crezcan.

“APRENDEMOS A SER HIJOS DESPUES QUE SOMOS PADRES”
“SOLO APRENDEMOS A SER PADRES DESPUES QUE SOMOS ABUELOS”

Por último quiero expresar mi inmenso agradecimiento al Ejército de Salvación que fue mi primer hogar; y mi gran amor por nuestros padres que mientras los tuvimos con nosotros lucharon por nuestro bienestar, el de mi pequeña hermana y yo.

Como siempre un abrazo para todos.
ESKYLO

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